¡Ey! ¡Hola! ¡Sí, tú! ¡La persona que está leyendo esto! Como lector, estás procesando las palabras que hay aquí escritas, pero, ¿te has parado a pensar que es exactamente lo que lees? ¿Es esto un relato, una novela, un cuento o qué es? Con eso en mente, hay muchos lectores en el mundo pero, ¿cuántos sabemos realmente distinguir entre los diferentes géneros literarios modernos? ¿Y cuantos somos capaces de entender que dentro de un género, como el de la crónica, “exista un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser”, como bien explica Juan Villoro. Según la RAE (Real Academia Española), una crónica es una “narración histórica en que se sigue el orden consecutivo de los acontecimientos”. También tiene la descripción de “un artículo periodístico o información radiofónica o televisiva sobre temas de actualidad”.
Después de leer la crónica de Gabriel García Márquez, Relato de un náufrago (historia apasionante y que te recomiendo si no has tenido la oportunidad de leer), entiendo que una crónica está compuesta de varios subgéneros que no pueden utilizarse hasta el extremo de que la crónica deje de ser una crónica. García Márquez utiliza un método también más bien periodístico dentro de su relato. Se podría decir que es lo más parecido a una entrevista. Él escuchó atentamente el testimonio del único sobreviviente del destructor Caldas, Luis Alejandro Velasco y luego consiguió transformarlo en una historia que causó un revuelo político importante.
El aspecto más importante de esta crónica es la forma en la que todos dependemos del único sobreviviente y por tanto, testigo de esta narración. Los testimonios y las voces de los testigos llevan a la subjetividad, parte también importante de una crónica según Villoro . ¿Cuánto de lo que nos está contando esta persona realmente pasó? ¿Hasta qué punto nos limita la subjetividad del testimonio? En el caso de Velasco, debemos entender que el fue el único superviviente y por tanto, si aceptamos su versión, sabemos que no existe ninguna otra forma de saber que fue realmente lo que sucedió. Es una sensación rara, porque es especial que podamos tener al menos la historia de un superviviente pero a la vez puede provocar desconfianza ya que no hay forma alternativa de comprobar que Velasco nos está contando la verdad. Llegados a este momento, el lector tiene que decidir qué versión creer y aceptar la crónica con todas sus virtudes y defectos.