Vivir en lugares diferentes crea expectativas y obligaciones diferentes para las mujeres. Por ejemplo, la mujer del campo no sufre de las expectativas de la sociedad porque ella forma parte de la vida agrícola que se parece al comunismo en que todos trabajan y todos comen (Johnson et al. 216). Por eso, el colectivismo de la vida del campo prohibe la existencia de varios requisitos y expectativas de la mujer en cuanto al trabajo.

Por otro lado, la mujer de la ciudad se encuentra con una situación difícil en que la sociedad piensa que la mujer no es útil fuera de la iglesia, la cocina y la cuna. Al mismo tiempo, cree que la mujer está obligada a trabajar para contribuir a la sociedad (Johnson et al. 216). Se puede ver que las mujeres de la ciudad están sujetas al doble estándar de que deben trabajar y ser ángeles del hogar también. Es muy difícil satisfacer los dos requisitos contradictorios de la sociedad, lo que les pone en desventaja  (Johnson et al. 216). El argumento principal de de Burgos sobre esta lucha es que no existen pautas ni reglas del trabajo del hombre y por eso, no hay que imponerlas en las mujeres tampoco.

 

Bibliografía

Johnson,  Roberta, Zubaiurre, Maite  (eds.), Antología  del pensamiento  feminista  español (1726-2011), Colección Feminismos, ed. Cátedra-Universitat de València, 2012