Texto y foto de Samantha Montes [estudiante de SPN 311, fall 2017]
La escritora mexicana Ángeles Mastretta en “Fiera Patria” abre su ensayo con un proverbio chino: “La patria es el sabor de las cosas que comimos en la infancia”. En el texto la autora habla sobre su sentimiento de pertenecer a México y define lo que es la patria para ella. Por ejemplo, cuando describe las diferentes autopistas que conoció en sus viajes, ella dice “la tres eran patria”, aunque una de esas pistas estaba dañada con baches. Estas pistas son patria porque son parte de la vida cotidiana de México. Este cuento me hizo pensar en mi patria.
Aunque nací en los Estados Unidos, digo que tengo tres patrias. Soy del Bronx, soy puertorriqueña y soy dominicana. Las tres han tenido un efecto en mi vida y mis patrias se reflejan en mi carácter. Cuando era niña, mi abuela, que es puertorriqueña, me enseñaba cómo amarrar pasteles en hoja, cómo pelar plátanos, y ella cantaba canciones de Paquito Guzmán junto al radio. Hoy cuando huelo mis manos después de pelar plátanos recuerdo mi infancia y la cocina de mi abuela que estaba pintada de amarillo.
Este verano cuando estaba sentada en la marquesina de mi tía en Puerto Rico me dio nostalgia. Pensé que en esa pequeña casa en Bucarabones está mi patria. Cuando oí el sonido del coquí en la noches oscuras, cuando sentí la humedad después de la lluvia, cuando miraba las estrellas de la noche, ahí estaba mi patria. Aunque no nací en la República Dominicana, cuando llegué a la isla y al fin escuché una banda tocando merengue tipico en el aeropuerto, sentí cerca a mi patria. Cuando escucho bachatas y merengues me da ganas de bailar o me acuerdo de los días en mi infancia cuando mis padres todavía estaban casados. Cuando nosotros cantábamos en grupo “ay ay ay corazón no me dejes de amar” en el coche de mi padre, ahí estaba mi patria.
No tenemos mucha familia en Nueva York, pero la música y la comida típica han sido también mi patria. La patria no tiene que ser algo físico. Aunque he tenido que vivir en el Bronx mi vida entera, nunca desarrollé un sentido de pertenencia cuando estaba ahí. Ahora que vivo en Stony Brook, reconozco que las mayores enseñanzas de la vida han sido resultados de donde crecí. Allí aprendí de la injusticia, de la pobreza, el dolor de las madres que pierden a sus hijos por la violencia, y cómo esconderme cuando hay tiroteos durante el día. Soy el resultado de mis tres patrias y he podido sobresalir.