Literatura y vida: Lispector y Nasser. Seminario de Adalberto Müller

Por Alberto Sánchez y Christina González Aguirre

Adalberto Müller, profesor de la Universidade Federal Fluminense, en Brasil, impartió un seminario en la Universidad de Stony Brook acerca del concepto de vida en un texto literario, a la relación de la vida con la memoria y con la conciencia, con Clarice Lispector y Raduan Nasser como representantes de esta concepción de la literatura que imita el pulso de la vida. Inició su exposición refiriéndose a la cuestión del tempo en Bergson, quien quiso rediscutir el concepto de vida en la literatura desde un punto de vista fuera de las categorías. Bergson es influido por Whitehead (cuyo concepto clave es el becoming: “reality is the process of becoming itself”), Schopenhauer y Nietzsche. Bergson trata de la filosofía del proceso, del devenir. De la relación entre el proceso y materia, la cuestión del flujo. Se opone a la filosofía platónica o aristotélica de la sustancia: relación sujeto-objeto. En la filosofía de Platón la materia tenía que poseer una estabilidad, a diferencia del Pantha Rei (“todo fluye”) de Heráclito y otros presocráticos. Bergson defiende la idea de que el tiempo no se detiene nunca, de que no puede ser materializado ni parcializado, una idea fundamental para comprender el concepto de vida.

A continuación Müller se refirió a Deleuze y a su idea de que la literatura se hace con aquello que desborda: “A passage of Life that transverses both the liveable and the lived”. En Deleuze, la idea del devenir es más política; se nota la influencia que recibe de Foucault. Devenir mujer, devenir animal… Se trata de una filosofía de la diferencia. La cuestión más importante no es la forma. No puede haber forma en un concepto de literatura que sume el proceso y el devenir; la idea de la forma no tiene mucho sentido en una manera de pensar que se aleja del estructuralismo. Esa imposibilidad de la forma tiene que ver con la imposibilidad de cualquier definición tanto en la vida de la materia como en la vida política o social. No existe una forma predefinida de animal, de hombre, de animal, de planta.

La literatura va a buscar este proceso de muchas maneras: La escritura desde la enfermedad como paso o proceso de esta a la salud. La idea de lo minoritario. La idea de pensar aquel o lo que todavía no tiene forma, de los inestable. Buscar nuevas perspectivas es una cuestión fundamental para la process philosophy. La idea de que el universo está constituido de perspectivas infinitas. La idea del proceso es un ataque contra la idea de sustancia. La idea de los múltiples puntos de vista supone la aceptación de un mundo no centralizado. Crear un estilo no es trabajar una forma como quiere la estética clásica. Se precisa crear otra perspectiva. Tiene más que ver con un abandonarse en dirección al flujo de las cosas. La idea de que escribir es escribir una lengua extranjera. De ahí la vuelta a Proust como escritor del proceso. Otra lengua dentro de la misma lengua. Una aceptación de la diferencia, que es lo que está en crisis ahora mismo.

Agua viva, de Clarice Lispector, es desde el título un ejemplo de esta literatura-vida. El libro es una búsqueda sin un comienzo ni un final. Está escrito en segunda persona. Está escrito desde la perspectiva del tú, desde la que el escritor está intentando identificarse. Aunque escrita en primera El foco es el tú. Esto tiene que ver con el intento del cambio de perspectiva en el que la respuesta pasa a ser la pregunta. Hay un desplazamiento del nombre al pronombre. “Soy el qué”. “Yo me pego (como el pegamento) a mí mismo”. Hay un desdoblamiento de la subjetividad. “La palabra que busca lo que no es palabra”. Lispector busca algo que está más allá de las palabras a través de las palabras. Es una literatura no de antimimética, sino amimética. Es una literatura que se escribe, como hace Deleuze al hablar del cine; que trae, en contraposición al lenguaje y a las narrativas tradicionales, la capacidad de inscribir el tiempo, que esté vivo. El cine, para Deleuze, modifica todo el concepto de representación. El concepto de lenguaje como representación deja de tener sentido con el cine. El tiempo deja ser una sucesión de instantes, en donde el instante a sigue al b, el b al c, etc. La idea de que cada punto es una sustancia no tiene sentido para Bergson. En la vida no hay puntos. Whitehead dice: “El punto es una abstracción: cada punto es una recta hacia el infinito, y el universo está constituido por infinitas rectas. El tiempo no son instantes, es flujo”. En última instancia, el tiempo como flujo es creación. En palabras de Lispector: “El tiempo es un instante ya”.

Para establecer su concepto de vida, Bergson echa mano dela definición de Walter Benjamin: “La vida no es biológica, no tiene que ver con la biología, sino que la vida es lo que está inscrito en la historia”. Esta idea se aproxima mucho a la perspectiva de Bergson (a quien leyó Benjamin), para quien el momento en que la vida realiza su mayor despliegue es a nivel social, no individual. La idea va a ser definida a partir de la idea de consciencia. Pero, ¿qué es el consciente? Todos los pensadores de la process philosophy se lo preguntan. La conciencia no es un atributo exclusivo de lo humano. La conciencia es para Bergson retención y anticipación. Se retiene el tiempo vivido y la capacidad de anticipar. La vida es coextensiva a la conciencia. Lo que es vivo es lo que tiene consciencia (también plantas o las amebas).

Hay que pensar dónde está la conciencia. Es lo que señala Bergson en Materia y memoria: la memoria no está en el cerebro. Plantea una nueva forma de pensar la materia. La capacidad de retener y anticipar está en cada célula. Desde ahí Bergson va a pensar la relación entre la materia, por un lado, y la conciencia y la memoria por otro. La materia tiende a repetir sus propias formas, tiende a la necesidad. Mientras que la vida busca la libertad, busca la transformación, lo nuevo, la creación. El universo para Bergson es una batalla constante entre estos dos polos. El artista crea nuevas formas, pero no puede prescindir de la materia para crear estas formas. Pero la materia en sí misma no crea nada. La vida, de alguna manera, somete la materia a la duración. Bergson busca negar el dualismo materia-vida, busca hacer converger esas dos maneras de pensar. Bergson defiende una filosofía de la vida, que sea capaz de pensar la vida, en la que no cabe una separación entre el sujeto y el objeto. Para Adalberto, es discutible la idea de Bergson de que el ser humano es la punta del proceso. En las formas de vida, hay dos reinos o especies que de alguna manera llegaron a un desarrollo más efectivo, algunos insectos y los hombres (por el desarrollo de la vida social). La vida social está formada de la libertad de crear y modificarse, pero también de participación; la capacidad de compartir, de aceptar. El texto de Bergson va a plantear una especia de síntesis entre un individualismo excesivo y un compromiso colectivo. La vida se define históricamente como ese impulso a la creación.

“Bufalo” y “Amor” de Clarice Lispector

Cuando Clarice escribe los cuentos “Búfalo” y “Amor”, en el Brasil de los 60 y los 70, la mujer es vista todavía como un objeto. En Lispector hay una inversión de puntos de vista, este cambio de puntos de vista tiene que ver con el “devenir mujer” de Deleuze. El amor que viene de las cosas es lo que le hace exclamar “¡Horror, horror!” de McBeth o del Kurtz de El corazón de las tinieblas (aunque de modo distinto, no como destino de un viaje, sino de toma de consciencia ante lo vivo). El cuento “Amor” termina con su renuncia, con su vuelta a la normalidad. Ella vuelve de su katabasis al confort. A su vida de clase media, a su vida estable.

En su cuento “Búfalo” todo lo que encuentra la mujer protagonista es el amor, aunque busque el odio. Está en la posición clásica de sujeto, que cada vez más la pone en una situación de crisis. No encuentra un punto en el que anclarse. Para ella la naturaleza no es la paz sino el infierno. De frente con el búfalo, al final del cuento, se encuentra con una perspectiva no humana, abre una vía que construye una relación alternativa con el mundo, con lo otro. Deja de estar atrapada en su subjetividad, en una posición contraria a la vida. Lispector piensa, de manera ecológica y política, la identidad desde el punto de vista de la diferencia.

“Minha en camino”, de Raduan Nassar

Niña en camino es el primer cuento que Nassar escribe. En él la infancia no se trata como tema, de manera objetiva. Lo importante no es que haya un narrador, lo fundamental es lo que siente la niña “en camino”. Es un texto que se tiene que leer físicamente, fuera de toda categorización. Hay que caminar el texto. Es un pasaje de la historia grande a la intimidad. Un punto de vista que no cabe en la historia oficial. Hay en Nassar una docilidad de la presencia de la violencia en el discurso del padre. Es una voz tierna y violenta, asociada a la dictadura. En él, la cuestión de perspectiva está muy disfrazada. El cambio de una perspectiva a otra se da de un modo tan sutil que cuando uno se quiere dar cuenta uno ya asume la voz autoritaria. Está escrito en un portugués del interior de Sao Paolo. Él le da movimiento a la narrativa. Es un tiempo que se mueve. La narrativa está en camino y no se detiene, se limita a acompañar el flujo. Lo que se va a ver es ese flujo, no lo que sucede. Algo nos impide sentir lo que ella está sintiendo. Discusión de vida erótica de Zuza con una prostituta, pero desde la posición de la niña no llegamos a entender del todo qué sucede. La mirada que se construye está siendo tratada desde adentro, desde el punto de vista de lo que la niña siente en el camino. El cuento es el camino a su violencia paternal y al final el descubrimiento de su sexo. Desde lo histórico hacia lo familia. Movimiento de toda una época. De la Historia grande a una historia de la intimidad. El camino de una niña de una situación histórica muy definida. Una urgencia de pensar la historia desde un punto de vista de la historia del pequeño. Una historia íntima.

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