Concepción Arenal Ponte

Dibujo de la autora Concepción Arenal Ponte

Activista, escritora, defensora feminista, religiosa. Estas solo son algunas de los títulos que Concepción Arenal Ponte lleva en su setenta y tres años de vida. Ella sin duda es considerada la primera feminista española y dijo que las mujeres se ponen bajo el yugo de las cosas pequeñas que en realidad no son tan importantes y por eso son esclavos a esas cosas. La conferencia que ella dio se empareja con la de Emilia Pardo Bazán pero en contraste con el individualismo de ella, Concepción Arenal se enfocaba más en los aspectos sociales y el colectivo de las mujeres.

Ella empieza con la importancia de la educación y la distinción entre educación e instrucción, cuales tienen una gran diferencia. Alguien puede ser muy bien instruido y estar mal educado y también al revés puede ser mal instruido y estar bien educado. Dice en las primeras líneas:

“La educación procura formar el carácter, hacer del sujeto una persona con cualidades esenciales generales, de que no podrá prescindir nunca y necesitara siempre si ha de ser como debe.” (Arenal, 113)

Lo que ella quiere transmitir aquí es que la educación es algo que se revela y forma el carácter de una persona, o sea la esencia de ella. Por eso la educación de la mujer es esencial para que ellas puedan perfeccionarse moralmente y socialmente mientras que se sientan más dignidad. El problema tiene que ver más con la calidad de educación que la cantidad de educación. Continúa a argumentar que por las desventajas naturales y sociales de ser mujer, ellas la necesitan más para ser distinguidos y para ser más persona que el hombre.

En relación al trabajo ella discute sobre lo que se llama la obligación del trabajo que es una idea muy interesante. El trabajo no solamente es algo que la mujer tiene derecho a, pero también es algo que se necesita para no ser una cosa. Explicaré esta noción con la cita del texto:

“¿La vida se reduce a comer? Todo el que no tenga de ella tan bajo concepto comprenderá que la vida que no sea solamente material, y con riesgo de ser brutal, la vida de la conciencia, de la inteligencia, del corazón, no puede ser obra del trabajo de otro, y tiene que ganársela uno mismo […] Muchos comen que no trabajan, pero ninguno que no trabaja es persona; es cosa […].” (Arenal, 115)

Como se puede ver, sin el trabajo la mujer se convierte en una cosa, algo que no tiene mucho valor en términos de la contribución a la sociedad. La falta del trabajo seria reducir la vida a cosas materialistas que en realidad no llevan mucho significado. Luego Concepción Arenal dice que ser persona es una actividad consciente y útil, es decir que es algo activo que uno necesita hacer constantemente. La mujer no sólo tiene la necesidad de trabajo pero también son más capaces de cualquier profesión que le interesa. Algo que me llamo mucho la atención son las palabras que la autora se usa en la siguiente cita famosa:

¿Todos los hombres tienen aptitud para toda clase de profesión? ¿Algunas mujeres tienen aptitud para algunas profesiones?” (Arenal, 118)

Lo que es tan interesante aquí es el vocabulario y el estilo que se usa en la frase. Se pone las palabras importantes en cursiva para que el lector se dé cuenta de que hay una hipocresía dentro de la sociedad en términos del derecho al trabajo. No tiene sentido que todos los hombres, si son educados o no, son capaces de todas las profesiones y solamente algunas mujeres tienen la habilidad intelectual para perseguir algunas profesiones. Ella está diciendo muy claramente que el hombre más inepto no es superior que la mujer más inteligente.

Un tema importante en la discusión del texto es la educación física de la mujer. La situación laboral de la mujer del siglo XIX era que no había mucha opción. Uno se puede obtener un trabajo en el campo donde requiere mucho esfuerzo o se pueden trabajar en una fábrica donde no podía respirar el aire libre y resulta en una vida sedentaria. Para Concepción Arenal los trabajos sedentarios son los más peligrosos para la mujer porque:

“la trabajadora, encerrada en su estrecha vivienda o en una fábrica, no tiene siquiera la compensación de respira aire puro como la mujer de los campos. La miseria estrecha de tan cerca a la trabajadora sedentaria, le impone condiciones tan terribles en la hora presente […].” (Arenal, 120)

Es un caso otra vez del mal menor para la mujer. Ellas pueden quedar en el campo y trabajar durísima o pueden mover a las ciudades para encontrar trabajos con jornadas largas y poco salario sin el derecho a respirar aire libre.