Dinamita Cerebral: anarquismo y revolución en 1913.

La cultura del anarquismo durante la segunda mitad del xix y la primera del xx tuvo una relación cercana con el concepto de la «revolución». Refiriéndose a esta época, varios comentaristas del anarquismo (sobretodo el español) sugieren que el movimiento se nutre ideológicamente de los valores de la revolución francesa, la igualdad, la fraternidad y por supuesto, la libertad. Es tentador pensar en los anarquistas como herederos y por tanto emisarios de un acontecimiento fundamental o fundacional de una nueva era, tanto de sus valores como del impulso revolucionario inherente a las causas históricas y su relación el establishment. No fueron exclusivamente los anarquistas quienes heredaron el germen de la revolución. Podría decirse que los programas y eventos revolucionarios (y contrarrevolucionarios) brotaron en todos los suelos del planeta desde el xix hasta la época actual, es decir, desde la caída del imperio español hasta el Occupy Wall Street y el Arab Spring. No fueron los únicos, pero sus escritos delatan una preocupación profunda por entender de qué manera habrían de ejercer sus deberes revolucionarios.

Escribe Juan Mir en el prólogo de la antología de cuentos Dinamita cerebral, «El arte es revolucionario, el pensamiento es revolucionario, el corazón del hombre es revolucionario; y así será mientras la tiranía sea monstruosa, mientras se funde en el error y mientras sus obras sean malvadas e injustas, que es como decir mientras la tiranía exista en cualquiera de sus formas.» El título de la antología es un término heredado de José Llunas, quién en su tiempo fue editor del semanario catalán La Tramontana. Llunas abogaba por una lucha humanística, oponiéndose a las modalidades de acción directa que habían promovido los dinamiteros. Para cuando Dinamita Cerebral fue publicada en 1913, el debate sobre los medios a través de lo que puede y debería fomentarse la revolución, como sobre los que no deberían emplearse, había sido crucial (entre otras cosas) para la credibilidad del movimiento anarquista como doctrina humanista y pacífica. En el congreso de la paz de 1964, Bakunin introdujo el término «pacifismo» como parte de una filosofía de acción con la que debería de alinearse el anarquismo internacional. El huelguismo podría entenderse como un tipo de acción colectiva, revolucionaria y pacifista, desde que se plantea lograr un cambio sin emplear la violencia. Sin embargo, entre la propaganda y la criminología anti-anarquista, y los eventos aislados de terrorismo por declarados libertarios (aparte de las operaciones de desprestigio como la «mano negra» en España), ser un anarquista pacífico y a la vez revolucionario se había convertido en una identidad problemática, y sobretodo peligrosa.

Hacia 1913, la literatura era frecuentemente utilizada como una arma (o escudo) de guerra, como empezó a ser (poco después) el cine. En 1915, el largometraje titulado Birth of a Nation (ahora considerado un film notablemente racista) había revolucionado la manera en la que podía criticarse el presente y representarse el futuro de una sociedad. La gran mayoría de los textos incluidos en Dinamita Cerebral tienen una finalidad política, con frecuencia, urticante para las esferas del poder económico e institucional. El cuento de Azorín, por ejemplo, titulado La prehistoria, nos presenta un diálogo futurista entre un escritor y una persona interesada en su obra llamada, previsiblemente, «La prehistoria». La obra podría considerarse un precursor de la distopía, en tanto que el escritor representa su propia época, vista desde el futuro, como un lugar incómodo y atávico, en el que se vivía en un estado intermedio entre la esclavitud y la libertad (pero más cerca de lo primero que de lo último). A lo largo del texto, se escribe de un conjunto de elementos centrales de la sociedad contemporánea, por ejemplo, la cárcel, las armas y las monedas, como si fueran objetos torpemente utilizados por seres primitivos, cuyo logro mayor (a través de ellos) es la difusión del dolor y el sufrimiento. La representación del presente obsoleto deriva de los discursos del positivismo anarquista (herencia de Comte), basado en la idea de que la sociedad se encuentra evolucionando o progresando. Es decir, que hay una lógica evolutiva detrás del progreso conjunto, por ejemplo, económico: del feudalismo a los proyectos del capitalismo y del socialismo; intelectual: de la religión a la ciencia; y geo-político: del imperialismo, al nacionalismo, a la ruptura de las fronteras o el internacionalismo.

El cuento de Azorín, como otros cuentos incluidos en Dinamita cerebral, pueden pensarse como revolucionarios en tanto que deshechan un presente, dejando el cambio radical (que también puede entenderse como gradual, cuando visto desde muy lejos en el futuro, pero sigue siendo dado que ambas realidades se contraponen abruptamente detrás del velo ilusoria de un análisis crítico del pasado) como única alternativa viable para llegar a mejor puerto como especie.

 

 

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