Al primer golpe de vista el documental de Ernesto Cabellos parece tiene que ver solamente con la lucha personal de una mujer peruana, Máxima Acuña Atalaya, contra la empresa minería Yanacocha, sin embargo, a través de la película hace más claro que el foco del film tendrá más que ver con las comunidades andinas en general y sus esfuerzos colectivos contra el progreso modernista que amenaza su modo de vivir.
Esto se evidencia por los testimonios dados en la película de otros habitantes de diferentes partes de los Andes en Bolivia y la Amazonia donde los campesinos pobres están tratando de acostumbrarse con las vicisitudes que han caído sobre sus vidas sencillas como la pérdida de amplias cantidades incluso, una comunidad en Bolivia donde las mujeres han abordado el labor de trabajar en las minas aparte de sus casa y familias porque no hay ninguna otra manera de sostenerse. También, a cause de las rupturas industriales el pueblo se encuentra con una falta de agua y los aldeanos tienen que hallar subsistencia de la única fuente de agua que existe; un tubo industrial que agota agua y que se destaca en marcado contraste con la fuente natural de agua que Máxima se disfruta de en su propia tierra, Tragadero Grande.
Diferente de la crónica de Joseph Zárate que más se enfoca en la vida personal de Máxima y sus varios encuentros con las fuerzas combativas y legales de Yanacocha el documental de Cabellos intenta de mostrar las protestas nacionales de una comunidad desatendida en Perú que rechaza los proyectos nacionales, como Conga, que ponen en peligro la mamá yaku que quieren tanto como se puede entender por su lema, ¡Conga, no va!
A lo largo de la película se propone una cuestión interesante entre el derecho a la gente a su terreno privado enfrente del progreso delante de una nación. Según algunas de las teorías y ideas del antropólogo latinoamericano contemporáneo Néstor García Canclini las definiciones de los espacios públicos son borrosas en que con el adviento de la industrialización de la cultura qué constituye un espacio público hoy en día es difícil de definir porque los espacios en general no tienden de ser considerados espacializados, sino flujos.
Por final, me encantó el documental y la dirección que el director escogió para enfocarse en, pero, sí tendría de elegir uno sobre el otro yo diría que las imágenes que la crónica de Zárate pinta tiene mucho más impacto en el lector debido a la perspectiva íntima que las crónicas suelen tener y que puede evocar emociones tan profundas en la experiencia del lector.