La primera novela de Rosa Chacel Estación. Ida y vuelta es una indagación profunda hacia el interior del espíritu y sus cimientos básicos y psicológicos. Por supuesto, hay una historia básica y sencilla que sucede a lo largo de la novela, pero todo el trama sucinto y vacío de acción se desarrolla mediante un estilo ensayístico, filosófico y teórico que hace la novela casi imperceptible de un nivel superficial; básicamente el protagonista se encuentra en un amor triangular, se va para escapar la rutina cotidiana de su hogar y se enamora de otra mujer Julia, y eventualmente regresa para reunirse con su novia. Sin embargo, la trama de la novela no es que nos interesa, sino los temas que Chacel aborda a lo largo de su novela y las varias técnicas, o, mejor decir, los recursos literarios que utiliza para profundizar y desarrollar tales temas. Como comenta una crítica, Ana Rodríguez, en su ensayo La obra novelística de Rosa Chacel, “…en Estación. Ida y vuelta la anécdota, la aventura es bastante simple se trata de un mero pretexto (instrumento) para el tratamiento de otros aspectos o problemas mucho mas complejos, mucho mas urgentes: los de la conciencia individual, los de la creación literaria, verdaderos núcleos temáticos de la obra”.

A pesar de su supuesta indiferencia hacia la literatura femenina uno no puede negar el hecho que la técnica que utiliza Chacel para hacer una indagación en su propia estética literaria directamente contradice ese punto de vista mantenido por Chacel, el de la utilización de un doppelganger como su protagonista que es una fusión del pensar de un hombre y una mujer, inextricables el uno de la otra. El uso del doppelganger-o sea, el doble- y su efecto a la novela se logra por medio del uso del ‘nosotros’ que permite una compenetración reciproca donde la frontera entre los pensamientos del protagonista y su otro, hombre-mujer, él y ella, se hace confuso y ambiguo. Mediante esta utilización del ‘nosotros’ la autora nos da varias descripciones de las sensaciones y el ambiente que los rodea sin poner de manifiesto su presencia física, a lo menos hasta el final de la novela donde la narrativa se convierte en un estilo mucho más abiertamente autobiográfico y sobre todo caleidoscópico. En algunos momentos de la novela Chacel nos muestra esta relación entre el protagonista y su otro (la mujer) y como el protagonista la deja contemplar a sí mismo y sus propias sensaciones. Chacel lo explica en sus propias palabras, “No tienen más nombre que ‘yo’ o ‘ella’. El yo, dentro de sí no los nombra: los señala con su mirada interior”. Además, este tipo de protagonista permite a Chacel a desarrollar este concepto de la interioridad del ser humano y las implicaciones que tal teoría conlleva en cuanto al espíritu y la situación desigual entre los hombres y las mujeres.

En su ensayo filosófico Esquema de los problemas prácticos y actuales del amor Chacel aborda el asunto de la diferenciación entre los varones y las mujeres en cuanto a su esencia espiritual y como este problema del interior ha tenido un efecto negativo en el exterior. En cuanto a esta diferenciación Chacel anota la tendencia por los críticos a “desestimar, por ‘femeninas’, las producciones insuficientes en las más varias esferas y ponderarse, por ‘varoniles’, los hechos o creaciones notable de algunas mujeres”. Chacel se refiere a esta diferenciación problemático como, “la feminización de la mujer”, puesto que según su argumento el concepto del hombre y su asociación con el ser humano en general ha subyugado a las mujeres a un nivel inferior, o, como dice con cierta elegancia Chacel en su ensayo, “Hombre es, por lo tanto, un concepto que abarca integra la esencialidad del ser humano en toda su extensión y fundamento, en todo por cuanto se puede llamarle persona. Varón no es más que un termino diferencial de partes esencialmente homogéneas…Hombre, persona o sujeto portador del espíritu, es aquel cuyo ser esencial se atiene a la perdurabilidad de su singularísima relación con el fundamento supremo de las cosas”. Chacel propone que no existe ninguna diferencia entre los espíritus del varón y la mujer y que cada individuo debería ser juzgado por el merito de su propia interioridad y también afirma la noción que cambiar la interior de las mujeres puede tener un impacto real en la situación exterior de la mujer.

Por final, los temas del amor-desamor tienen papeles importantes en las obras de Chacel de modo que hay un discurso giratorio en su novela Estación sobre el amor ideal y el amor mundano. Por una parte, el amor ideal se representa con la vuelta del protagonista a Madrid que, y, por otra parte, el amor mundano es representado por su infatuación con Julia y los nuevos caminos que su llegada trae que le tientan a escaparse de su pequeño mundo. Mediante esta secuencia de sucesos el doppelganger estalla y la relación entre “él-ella” cesa de existir y es en este momento, la tercera parte de la novela, donde la trama ya casi imperceptible de la novela se acuesta al lado por la irrupción caleidoscópico de la teoría literaria de Chacel quien comienza a presentarnos con las múltiples posibilidades de contar las novelas. Hacia el final el protagonista se vuelve a su casa y la compenetración con ella (su mujer) recomienza de nuevo como se evidencia por la cita de Chacel, “Encontrarle fue encontrarme”. Al final de la novela Chacel toma un momento para terminar su primera obra literario rumiando acerca de su propio futuro literario en tan pocas palabras escribiendo sucintamente, “Algo ha terminado; ahora puedo decir: ¡principio!”.

 

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