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Rosa Chacel era una autora que pertenecía a una generación de artistas españoles muy destacados durante su época, un periodo de tiempo que duró desde los años veinte hasta los cuarenta y más adelante del siglo veinte y que incluyo numerosos escritores famosos españoles como Federico García Lorca, Damaso Alonso, Vicente Aleixandre, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Luis Buñuel, entre muchos otros, incluso los que pertenecían a la generación de veintisiete, un grupo de artistas españoles cuyas influencias todavía tienen resonancia con las redes literarios hasta hoy día. Sin embargo, a pesar de su pertenecía a una época tan bien recibida durante su tiempo y en la actualidad, por los críticos y el público consumidor en general, Chacel nunca fue una autora que recibió el reconocimiento que mereció durante sus años formativos como una escritora modernista, o mejor dicho por la autora en sus propias palabras, como les explicó la situación a sus lectores en una noticia de una versión editada del año 1989 de su primera novela Estación. Ida y vuelta, “Este libro, publicado en Madrid por la Editorial Ulises en 1930, fue escrito en Roma en el invierno del 25 al 26; por lo tanto, hoy día tiene cuarenta y ocho anos. Si en su tiempo fie incomprendido – inadvertido -, más exactamente -, al parecer ahora corre un riesgo de incomprensión que seria mas justificado. Este es un libro de juventud, de inocencia, termino que aclare mas tarde; de destierro, otro termino que hay que poner en claro, porque aquí no quiere decir exilio, sino distancia, alejamiento voluntario. El alejamiento voluntario no implica desarraigo, sino tensión: consiste en una prueba de elasticidad’ consiste en tirar del muelle hasta ver su adonde llega sin relajarse, sin perder la aptitud para retraerse y volver a su punto de partida. La juventud española de aquel tiempo empezaba a ejercitarse con empeño en esta prueba.” (Chacel 71).

Al contrario de la época anterior de Rosa Chacel y sus colegas, el siglo diecinueve que se destacó por su fijación en los temas realistas o que se centraban en la vanguardia del naturalismo que se trataba con los elementos de la vida cotidiana y intentó de abordarlos mediante un estilo realista sin espacio para las imágenes abstractas ni más allá, la primera mitad del siglo veinte era una donde la vanguardia del modernismo español se floreció debajo varios escritores, pintores, músicos y el resto que eran completamente dispuestos a obrar conforme con su estilo. Autores españoles con Federico García Lorca, Salvador Dalí y los demás enfocaron sus obras en los campos del surrealismo y las avenidas más allá de las costumbres tradicionales en cuanto a los reglamentos de escribir y el propósito de arte y su lugar en el ámbito literario, es decir, que el contorno literario en que Chacel se encontró fue uno que se preocupó no con la continuación de todo que sucedió anteriormente, sino con el rechazo de esos sucesos para la impresa de algo nuevo, el por el arte, por ejemplo, el Poeta en Nueva York de Lorca y las pinturas grotescas de Dalí que fueron obras muy extrañas en contraste con las de la época anterior y que cuestionaron las preconcepciones del arte tradicional.

Por eso, Rosa Chacel era una novelista y feminista española muy distinta de las que provinieron antes porque su estilo ensayístico y filosófico de escribir basado en sus alrededores literarios y sus influencias orteguianas, Chacel fue muy influida por el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset y lo expongo ese asunto más en otra entrada, la dirigieron a escribir de una manera diferente y sobre ciertos temas más allá y preocupados con la interioridad que autoras feministas como Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal que fueron influidas por el Romanticismo y se fijaron en asuntos y problemas mas concretos como los derechos a trabajo y la mejoría de la educación de mujeres, aún hasta sus colegas coetáneas Chacel no tuvo ningunas iguales, puesto que sí habían escritores mujeres que escribieron acerca de la interioridad y el interior y exterior del ser, por ejemplo, Carmen de Burgos, pero a diferencia de Burgos, Chacel creyó que los cambios surgen del interior para influir en el medio ambiente. De muchos modos, Chacel nunca se consideró como una escritora feminista y en una entrevista de 1983 declaró, “escribí como personaje masculino, porque es, y ha sido, lo espontaneo de mío…Hacer literatura específicamente femenina es la mayor estupidez que puede hacer un ser humano”. A pesar de esa declaración fuerte y su rechazo de la voz femenina uno puede hallar varios indicios al contrario en su primera novela, lo más evidente siendo su utilización del doppelganger en lugar de un protagonista tradicional. Nos veremos mas acerca de este asunto en la entrada de Estación. Ida y vuelta.

 

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