¡A salvar nuestro hogar, pese a quien le pese!
“En tus entrañas guardas oro … para guardarlo otra vez en los bancos, el oro no se bebe, no se come, por el oro se derrama sangre.” (Nélida, La hija de la laguna azul)
El mundo está avanzando rápidamente, es la era de la modernidad, de la globalización [algo que hoy en día se utiliza para referirse básicamente a todo]. Pero ¿qué pasa cuando estos avances te podrían dejar sin hogar? ¿Debemos aceptar esto? ¿Lo aceptarías tu? ¿Y si te dicen que por tu culpa hay mineros sin trabajo? Que eres egoísta y terca. ¿Qué pasa entonces? Este es el caso de Máxima Acuña Atalaya, una campesina cajamarquina, a la quien la quieren desalojar de su casa. Les contaré un poco de la situación de esta señora, a la quien la retratan como una mujer egoísta, por el simple hecho de no querer dejar atrás su hogar. En su crónica, La dama de la laguna azul versus la laguna negra, Joseph Zárate nos cuenta la conmovedora historia de Máxima. Yanacocha, una de las mineras más ricas del mundo en conjunto con el gobierno peruano, quieren sacar ventaja de una de las reservas de oro en Cajamarca. Curiosamente, la casa de Máxima está a pocos metros de la laguna azul, en donde la minera Yanacocha dice que hay mucho oro; oro del cual ellos quieren tener provecho de.
Yanacocha ha dado la vida a un proyecto llamado Conga, el cual ellos dicen que sería uno de los pasos claves para llevar “al Perú hacia el Primer Mundo.” Zárate nos dice a consecuencia de este proyecto, “vendrían más inversiones y por tanto más puestos de trabajo, modernas escuelas y hospitales, lujosos restaurantes, nuevas cadenas de hoteles, rascacielos…”
Zárate nos continúa contando todas las injusticias que ha tenido que enfrentar Máxima. La han amenazado, se han apropiado de terreno que le pertenece a ella, han destruido su propiedad, la han maltratado físicamente, e incluso la tienen aislada del resto del mundo. En su crónica, Zárate comenta lo difícil que fue poder llegar a entrevistar a Máxima, ya que hay guardias vigilando el terreno, vigilando que nadie se acerque a ella, a menos que sea periodista.
Las últimas líneas de la crónica nos deja a entender que Máxima seguirá luchando por su tierra mientras pueda. Ella dice, “No te acobardes. A esos policías no les tengo miedo.”
El documental de Ernesto Cabellos, Hija de la laguna, nos cuenta la misma historia que la crónica de Zárate, pero el documental se cuenta desde el punto de vista de Nélida Ayay Chilón. Nélida es una estudiante de derecho y también es la abogada de Máxima. Creo que, a través de Nélida, el espectador puede ver más la vida cotidiana que viven en Cajamarca. Cabellos logra traer a la vida la crónica de Zárate, haciendo que el efecto que este tiene sea más impactante. Nélida nos cuenta lo que significa la laguna para ella, la tierra que la vio crecer. Hay varias instancias en donde vemos que Nélida se pregunta a si misma como las personas viven en la ciudad, lejos de la naturaleza. Al estar en Lima, ella hace referencia a los de ahí diciendo que se parecen “como hormigas en la ciudad de Lima”. De hecho, ella dice que esto “me asusta”. Esto es muy importante, ya que aquí precisamente podemos ver los efectos de la globalización; los efectos que tiene en el pueblo indígena, en los nativos de la tierra, en los que sin la tierra no son nada. Nélida incluso dice que, si conservasen a la laguna azul, ella podría “alimentarnos para siempre.” El documental también logra mostrar los beneficios de la laguna, pero con dos diferentes puntos de vista. Bibi van de Velden, una joyera, es uno de los personajes Cabellos nos presenta a. Velden habla sobre las joyas y como estas son obsequiadas en momentos de felicidad, en momentos de cierta importancia, son un “símbolo de la vida”. Irónicamente ella dice, “we have blood hanging on our wrists, on our necks.” [tenemos sangre colgando de nuestras muñecas, de nuestros cuellos]. Nélida también hace referencia a esta sangre diciendo que “el oro no se bebe, no se come, por el oro se derrama sangre.” Cabellos nos hace ver que hasta una de las personas que se dedica a sacar provecho al oro ve que sangre se derrama por oro, ¿porqué nosotros o el resto del mundo no puede ver eso? ¿Hasta que punto tenemos que llegar para entrar en conciencia, para ver que estamos destruyendo nuestro mundo? Todo sea por la ambición.
En una entrevista hecha a Néstor García Canclini titulada, “Dilemas de la globalización: Hibridación cultural, comunicación y política,” Néstor nos habla sobre los efectos que la globalización ha tenido en la sociedad y como estos afectan nuestra manera de pensar y de valorar ciertas cosas. Canclini dice que “la economía ha tendido a devorar a las otras ciencias sociales, neutralizando la posibilidad de pensar y estudiar todo aquello que no es mercado …la economía ha sido subsumida en movimientos financieros olvidando muchas otras razones por las cuales trabajamos, producimos, consumimos, intercambiamos bienes y mensajes …” Creo que esta cita resalta el problema que enfrenta Máxima. La ambición es uno de los efectos de la globalización, nos hemos olvidado del daño que estamos le estamos haciendo a nuestro planeta, todo sea por un poco de oro. Oro, el que damos para simbolizar vida, pero está manchado de sangre.