Libros de sastres

Notas al vuelo sobre sastres y cuerpos de libros.

Le debo a Elizabeth Eisenstein (The Printing Revolution in Early Modern Europe, 1983) la referencia a un manual de sastres impreso en Sevilla en 1588 que me ha maravillado por múltiples razones. La historiadora neoyorquina consultó el libro en la Folger Shakespeare Library y actualmente puede leerse y disfrutarse en línea, espléndidamente digitalizado (en PDF aquí). El maestro granadino Diego el Freyle escribió y “trazó” este manual que salió de los talleres sevillanos de Fernando Díaz en un formato excepcional apaisado de 10 x 29 cmts. Recordemos que el papel de impresión medía aproximadamente 32 x 44 cmts (el llamado pliego), que al ser doblado una vez daba el fomato folio: más o menos 28 x 19 cmts, considerando los cortes de los bordes o refilado, como decimos en América. En el caso del singular impreso sevillano, ignoro cómo usaron la hoja de impresión. El libro lleva las signaturas de nueve cuadernillos (A-I), es decir, 36 “folios”.

Portada: Geometria y traza para el oficio de los sastres: para que sepan cómo han de cortar cualesquier géneros de ropas, así de seda como de paño, tela de oro y de plata, lanilla, y rajeta batanada, y de otra cualquier tela, así para hombres como para mujeres, clérigos y frailes. Compuesto y trazado por Diego el Freyle, natural de la ciudad de Granada, y vecino de la ciudad de Sevilla, examinado del dicho oficio.

Dos sonetos de Manuel Díaz de Alarcón, bien medidos y cortados, adornan el manual. Copio aquí unos versos del primero: “A los que oficio y arte han inventado / es justo que a su industria agradezcamos […] vos Freile con ingenio y policía / habéis trazado cómo bien trazasen / los geométricos sastres y aprendiesen” (fol 2v). Además de ser un manual profusamente ilustrado con moldes, casi un híbrido de libro y material de trabajo, el impreso tiene otras características inusuales, seguramente propias de la reglamentación de los oficios y gremios de la ciudad de Sevilla.  El libro va dedicado a don Juan Hurtado de Mendoza Rojas y Guzmán, conde de Orgaz, “prestamero mayor de Vizcaya, señor de las casas de Mendoza y Asistente [corregidor] de Sevilla” y no lleva las aprobaciones ni licencias habituales del Consejo de Castilla, solo el mandato del conde de Orgaz del 25 de mayo de 1588 para que “los veedores del oficio de sastre de esta ciudad” revisen “las trazas de suso ordenas para saber si conviene o no se imprima”. Y, en efecto, en la página siguiente se incluye el “Parecer de los veedores” del “libro de trazas de ropa de vestir”, donde se dice que “está bien fecho y acertado y es útil y necesario se imprima” (fol 4r). Después de esta aprobación profesional, no hay más preliminares y viene el prólogo al lector.

En el prólogo, Diego el Freyle enaltece su oficio, recondándonos que en las Repúblicas no hay otro que sea más corriente, ordinario y necesario, pero que nadie en el oficio “ha querido escribir algún tratado en que sumariamente se trate de las trazas, cortes y medidas que los de este arte deben forzosamente saber”, nos explica con cierta eufonía. Reconoce que “un Juan de Arzega, vizcaino”, compuso hace años un libro de este oficio, “pero ya sale fuera de cuenta por no ser al uso de nuestros tiempos”. El libro pasó de moda.

El manual de Freyle incluye unos 50 grabados (en madera) acompañados de texto, todos en una caja muy inusual para la imprenta de los siglos XVI y XVII. Doy un par de ejemplos aquí de dos páginas: el primero, de trazas o moldes de capas cortas y ropa interior; y el segundo, que es la última página del libro, de un modelo de bandera. En esta página final aparece el discreto colofón del impresor Díaz, nombre que no asoma en la portada.

Folio 10: “Ferreruelo [capa corta o blusa] y ropilla y calzón de paño al uso para hombre” y  Fol 32v: “bandera de seda para guerra” y colofón del impresor Fernando Díaz.

Dicho sea de paso, según los estudios bibliográficos de Eduardo Peñalver, los restos de la imprenta de Fernando Díaz pasaron a propiedad de Francisco de Lyra, como puede verse por la marca que este utilizó en su edición de las Novelas ejemplares de 1627.  Y como estas notas sueltas me permiten saltar sin mucha justificación, menciono aquí que el impresor Luis de Lira, activo en Lima entre 1641-1690, posiblemente fue pariente de este Francisco. La imprenta sevillana y limeña estaban íntimamente ligadas por vínculos del oficio y formas antiguas de asociación, todavía no del todo estudiadas. Sobre este tema, tenemos Carmen Espejo Cala (Univ de Sevilla) y yo un breve artículo en prensa, qua aprovecho para citar aqui: “Problems and methods for the study of the printing press in Lima and Seville around 1620: family networks and travelling news sheets”. Evidentemente, el oficio de sastre, que tenía múltiples oficiales mestizos e indígenas en la ciudad de Lima, queda aquí convenientemente tramado con el trabajo de imprenta.

Finalmente, como una puntada lleva a otra, este libro de Freyle me llevó a otro manual de sastres, obra de Francisco de la Rocha Burguen, impreso en Valencia por Pedro Patricio Mey en 1618, digitalizado por la BNE. Lleva múltiples grabados, pero es más convencional en su formato y más formal en su factura editorial, provisto de licencias de Castilla y Aragón, censuras eclesiásticas y privilegio real de 10 años, pero sin aprobación ninguna de los veedores del gremio.

Portada: Geometría y traza perteneciente al oficio de los sastres. Donde se contiene el modo y orden de cortar todo genero de vestidos españoles y algunos francefes y turcos, sacándolos de cualquier ancharía de tela, asi por la bara de Castilla como por la de Valencia, Aragón,y Cataluña.

El libro de Francisco de la Rocha lleva cerca de doscientos moldes dispuestos de modo vertical, aunque mantiene la estructura usual de un impreso en folio, como puede verse en la paginación o en los reclamos al final de cada página:

Finalmente, quiero cerrar estas desaliñadas o mal cosidas notas con dos puntos: 1) que la palabra traza, tan usada en estos manuales, no solo nos remite al diseño y trazado de la prenda, sino que significa ‘disposición’, ‘apariencia’, ‘figura de alguna cosa’ y por esa ruta el Diccionario de Terreros y Pando (1788) trae “traza de pícaro”.  El Tesoro de Covarrubias (1611) define sastre como “el oficial de cortar ropas o vestidos” y solo un siglo después el Diccionario de Autoridades agrega: “y coserlos”; 2) que el oficio de sastre, por ser tan común a toda la experiencia de la vida urbana, se abre a múltiples sentidos figurados.  Por eso, creo que conviene terminar con una transcripción, aunque sea parcial, del prólogo de Francisco de la Rocha dirigido al lector, texto que nos enfrenta al problema de la materialidad del libro en su uso más radical y práctico. Arriba dejamos el asunto planteado y mal apuntado, cuando decía que el manual de Freyle era una suerte de híbrido entre libro e intrumento de trabajo, o quizá entre cuerpo impreso y cuerpo para vestir. En sus palabras al lector, Francisco de la Rocha sostiene que el objeto final de su manual es el hombre y desafía o invita al lector-sastre a cortar su libro, a meterle tijera a las páginas, siguiendo las reglas de cortar que allí mismo se enseñan:

AL LECTOR

No quiero (amigo lector) persuadirte a que no cortes en mi libro, que mal puedo, si lo que en él te enseño son reglas de cortar: facultad te doy para que lo hagas, pero con condicion que lo entiendas, no te haya de decir lo que Apeles al zapatero. Si fueres de mi oficio, y por consiguiente mi enemigo. Advierte, que si sabes lo que debes, no se hizo esta obra para ti, y si no lo sabes, agradéceme que te lo enseño a poca costa. Si algo no te agradare, déjalo, que en el mundo hay cuantas cabezas tantos pareceres. Si llegare a tus manos, y por la misericordia de Dios no fueres sastre, considera que si la antiguedad es nobleza, este oficio es de los mas nobles, pues es de los mas antiguos; y uno de los que sin ellos no puede estar la Republica, so pena de que cada cual habría de ser sastre de sí mismo, como lo fueron nuestros primeros padres. Su objecto es el hombre y este tal comúnmente se tiene y honra conforme le ven vestido.

(F. de la Rocha, Geometría y traza perteneciente al oficio de los sastres, 1618. Fragmento del fol 5r)

Ese hipotético lector-sastre armado con sus tijeras llevaría el libro al taller, sería su mejor lector, y lo transformaría en un verdadero libro-desastre.

Grabado incluido en el impreso de Sevilla, 1588 (fol. 2r). El maestro sastre aparece como un geómetra, trabajando con compás, tijeras y una vara de medir. Sus asistentes a ambos lados cosen las ropas.

2 thoughts on “Libros de sastres

  1. Maravilloso trabajo, profesor Firbas. En él se explora una dimensión poco abordada en el campo de estudio: la materialidad de los pliegos sueltos, no ya por lo que se refiere a su descripción bibliográfica, sino por su condición de objetos materiales previstos para múltiples usos: la oración, el amuleto, la publicidad, la didáctica como en este caso…
    Por otro lado, la figura del sastre es interesante para este periodo y lugar. Una relación de sucesos de la década de los ’20 del siglo XVII contó en Sevilla el célebre caso del ajusticiamiento público -que no llega a cumplirse por la intervención furiosa de la plebe y la protección dada a los reos por la Iglesia- de la mujer de un sastre catalán y su aprendiz, quienes habían incurrido en adulterio. Es posible que el relato refleje uno de esos chistes recurrentes en los que se activan estereotipos acerca de las nacionalidades y de los oficios, porque conozco una estampa inglesa del mismo siglo donde se satiriza sobre el marido “cornudo”, representado como un sastre.
    Muchas gracias por esta hermosa contribución.

    1. ¡Mil gracias por estos datos, profesora Espejo Cala!
      Buscaré esa relación de sucesos sobre el caso del ajusticiamiento en Sevilla: ¿se trata del “Memorable suceso (…) de cómo un hombre aviendo preso a su muger por adúltera, y sentenciados a degollar por manos de su marido” (Sevilla, Manuel Jiménez, 1624)?
      Doy abajo el enlace al estupendo artículo de Manuel Bernal y Carmen Espejo, “Tres relaciones de sucesos del siglo XVII. Propuesta de recuperación de textos preperiodísticos”, que incluye un estudio y una transcripción completa de la relación sobre el sastre y su mujer que “le había cometido adulterio”. El caso es excepcional porque se le dio al marido la opción de ser verdugo de su esposa, mientras jesuitas y franciscanos intentaban logar el perdón: “Mas él [el sastre catalán Cosme Sevano] lleno de furor y rabia no daba lugar a nada desto, dando por respuesta, que ¿quién le restauraría su honra? A lo qual no se le podía responder razón que equivaliese, pues si no era vengándose en su muger, de otro modo no la podía alcançar.”
      Enlace al artículo y trnascipción: https://core.ac.uk/download/pdf/51380935.pdf.
      Digitalización del pliego de Sevilla, 1624: https://archive.org/details/A109085108/mode/2up
      Digitalización del pliego de Madrid, 1624: https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000297721

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