Reseña de WWM, libro de Christian Formoso

En noviembre de 2020, durante el tiempo de esta pandemia, recibí en casa, por correo, un regalo que venía desde Punta Arenas. A la emoción de recibir el último libro de Christian Formoso –poeta admirado, amigo querido, colega y antiguo alumno—se sumó de inmediato la sorpresa y fascinación por el objeto mismo: antes de empezar a descifrarlo en sus palabras, el libro-objeto empezaba a interrogarme desde sus colores e impecable diseño. La dedicatoria manuscrita sobre el cuerpo del libro ha sido lo más cercano a un abrazo de un amigo querido que he recibido en estos largos meses de virtualidad.  La introducción del libro va firmada en dos puntos distantes del globo: Port Jefferson en Long Island (2013) y Última Esperanza en Magallanes (2019).

   

Christian Formoso, poeta chileno y patagónico, premio de poesía Pablo Neruda (2010), doctor en literatura hispanoamericana por Stony Brook University (2015) y profesor en la Universidad de Magallanes, ha publicado un libro que es un viaje, un encantamiento, una exploración de los límites de las viejas tradiciones poéticas y una experiencia maravillosa de lectura. Lleva además un título enigmático: WWM, que parece resolverse en la portada interior: Walt Whitman Mall, pero mantiene su misterio como posible clave interactiva. En todo caso, este Walt Whitman Mall puede bien ser una señal –un toque de ratón—a la realidad del mundo de centros comerciales que germinaron donde nació el poeta de Leaves of Grass, en la Isla Larga de Nueva York, y donde Formoso vivió durante sus años de estudiante doctoral.

Visualmente, el libro se divide en blanco y negro: en cinco partes de páginas blancas más una sexta (la más larga) que va impresa en páginas negras. En las partes blancas, las más convencionales, nos movemos aparentemente por un mundo más cercano: es el poema-viaje que se mueve por las pistas de alguna película en registro norteamericano. Pero, a medida que avanzamos y “por la ventana del carro entra el contorno del poema” (p. 23), la voz en prosa (nos) pregunta sobre el mundo: ¿“ves laderas o huesos” o “alcanzas a ver el mar”? Las páginas negras nos llevan a un lugar invertido. Entramos de lleno a un territorio ominoso que parecía prefigurado en esas preguntas blancas de la primera parte. Somos lectores-viajeros extraviados y nos aferramos a algunas imágenes familiares y a ciertos sonidos. La materia del libro, en blanco y negro, ordena el mundo y nos orienta, pero desafía los límites usuales del pacto de lectura de un libro de poemas.

WWM no solo es inclasificable, es abiertamente un puente entre registros y medios disímiles que produce un libro-quimera, un film de papel y un viaje de letras. Dentro de su enorme heterogeneidad, probablemente la extraña unidad de tono que ostenta proviene de la cultura popular de la que se nutre, que va desde los mitos indígenas prehispánicos, las crónicas de Indias y el romancero hasta el cine épico de Hollywood, el rock y los recientes universos virtuales de la cultura digital. El libro avanza con su soundtrack de poemas-canciones: quizá domine el rock (con el “Born in the USA” final), pero se escuchan también coplas y versos populares en las páginas negras de “un grotesco álbum”:

Enamorados Narcisos
con el filo del instante
al verlos tan ignorantes
la muerte tajeó su aviso
con trenes y precipicios
con saltos en el vacío
con puentes trajes y ríos
sombríos y delirantes.

Lago de Forma Mía
Todo ha perdido su corazón […] (p. 79-80)

El viaje es también un movimiento de acumulación de textos que, siendo de otros, forman parte de un paisaje cultural transnacional. En ese sentido, la imitación es un elemento explícito de la poética de WWM, desde el primer texto-poema que abre el libro, dispuesto como las pantallas iniciales de los films de Star Wars, con letras blancas en fuga sobre el fondo negro del espacio; pero las letras aparecen en la página flexionadas con palabras del flaco Spinetta o Borges, entre tantos otros:

El cisne tenebroso que surque este lago de forma mía que es WWM hallará algo así como un libro guanaco o un espejo roto, ambos a la manera de Pigafetta; esto es, la componenda de un volumen escrito a modo de un animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, piernas de ciervo y cola de caballo, cuyo relincho imita –imita—. Porque WWM es un viaje por los libros, geografías, películas y canciones para acuñar un lago desde esos muchos otros libros –películas y canciones—en que me reconozco, y en el laborioso rasgueo de una guitarra, eléctrica en mi caso. […]

WWM es un libro maravilloso de poesía, aunque la mitad de sus páginas estén en prosa y, en buena parte, narren una aventura “en los desiertos de WWW”. La distinción escolar entre poesía y prosa pierde relevancia porque el libro se despliega como un viaje, como una epopeya, como un libro ritual en una mesa de chamán (o de juegos); y porque nos lleva o arrastra en carro, en plan road trip, por los lugares de la cultura popular hasta que “el sujeto lírico” deriva en los desiertos y redes del inframundo. Entonces la palabra “mall” aludida en el título revela su fonética castellana y nos sentimos embarcados en el “viaje al corazón del mall”. Las páginas negras en tinta blanca cuentan los avatares del poeta acompañado de Divine, Calavera y Almeja por un mundo infernal que imita el Xibalbá del Popul Vul, pero que además se extiende por ominosos escenarios lúdicos y páginas virtuales de la web oscura.

No es posible describir el cuerpo y espíritu de este libro sin incurrir en spoilers. Diré simplemente que Provincianos Books, sello editorial de Limache (Valparaíso), ha lanzado al mundo en 2020 un objeto exquisito, un libro de bolsillo que es una pieza de arte primorosamente diseñada por Andrés Urzúa, verdadero intérprete material de las letras de este guanaco inclasificable, pero familiar, entrañable e inquietante. En este caso, el libro no puede ser mejor que la película: el libro es la película.

Paul Firbas, abril de 2021

 

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