“El penado fue débil” y “la debilidad del penado es la ociosidad”, escribe Concepción Arenal en los Estudios penitenciarios, y esa debilidad que lo depravó de su libertad es algo de lo que se le puede apartar estando preso. (3ra parte, IV) La cárcel debe estar preparada para apartarle de aquellos tóxicos hábitos, aún si fuera de ella, la “perverción de estos delincuentes” ha sido capaz de superar el encausamiento del buen ejemplo. (2da parte, IX) El trabajo es una forma de reprimir el vicio de la ociosidad (1ra parte, V) Todo vicio debe ser reprimido. Si el preso que trabaja, “aunque no tenga familia”, hace mal uso de su dinero, lo que gana debe cubrir los “gastos de su manutención y vestido” (1ra parte, IV).
Gran parte de las ideas de Concepción Arenal en torno a la ociosidad encajan dentro de la noción de la sociedad disciplinaria de Michel Foucault. Es comprendida como una debilidad moral que puede ser corregida con la transformación del hábito. La cárcel se vuelve una suerte de templo, al cual los vicios no pueden entrar, por lo que todas las formas de libertad (para embriagarse, por ejemplo) son sistemáticamente eliminadas, no para un fin instrumental (como mantener a la familia), sino para un fin disciplinario (forjar un hábito en el cuerpo con todas las particularidades de lo óptimo dentro de lo normal).
Estableces una interesante conexión entre Foucault y Arenal con la cual estoy totalmente de acuerdo. Foucault analiza el 19 para explicar cómo nació la sociedad disciplinaria por una razón (entre otras) y es que cada uno de los cuerpos de los individuos que componen la sociedad capitalista debe ser un cuerpo útil. Veremos hoy en clase de qué manera la inutilidad de un cuerpo de veía como delito. Arenal, como pensadora de una naciente sociedad capitalista, piensa ciertos problemas que preocupaban a los que deseaban cierto orden: la ociosidad, la embriaguez, eran actitudes que no encajaban con la idea de utilidad.