Definitivamente, hubo un interés por propagar las ideas de Kropotkin en España. Aunque el tipo de anarquismo que él representaba no era el tipo de anarquismo más preponderante en los 70´s, textos como este sí que representaban el pensamiento ácrata general frente a las instituciones de represión o privación de la libertad. También es sumamente pertinente, dado que la Primera Internacional (fundada en Londres, presente en gran parte de Europa a partir de esa misma década), que había sido una asociación obrera lícita en España, había sido criminalizada de la noche a la mañana, y fue naturalmente perseguida, y obligada a pasar a la clandestinidad. Podríamos entender este periodo en particular como un momento de inflexión para la clase obrera y su relación con las instituciones del poder, en el que el anarquismo asume un lugar importante y es tema de análisis para personas como Concepción Arenal (Los delitos colectivos) y Cesare Lombroso (Los anarquistas).
El texto de Kropoktin consiste en la defensa de tres ideas: la primera es que la cárcel (como el estado) es una institución obsoleta, al menos en relación a los fines que supuestamente justifican su existencia; la segunda, que los discursos del “crimen” y del “cuerpo criminal” operan sobre resbaladiza capa de mentiras; y la tercera, que hay una mejor solución al tema de la violencia y claro, es una solución muy anarquista.